martes, 11 de octubre de 2011

TRUE STORY

Una de mis amigas se quedó dormida mirando una película en la casa del novio. Cuando se levantan, decide ir a la cocina a buscar algo para tomar. Muy tranquilamente sirve agua en dos vasos, los pone en una bandeja y comienza a caminar en dirección al cuarto, silenciosamente, para no despertar a los padres de él.

Pero en el camino se cruzó con la perrita histérica que siempre se le ocurre ladrar en su tono más agudo e insoportable en la mitad de la noche, y despertar a todos.

Mi amiga deja la bandeja, se agacha para agarrar a la perrita y calmarla, cuando se da cuenta de que estaba masticando algo raro.

La perrita es una hija más para la familia concheta de Belgrano, y es la protegida de la madre. Tiene un menú especial, y no le permiten jamás salir de su dieta balanceada.

Mi amiga estaba al tanto de la obsesión y del escándalo que se podía llegar a armar si se enteraban que tragó algo fuera de lo que debía, por lo que procedió a sacarle eso que estaba comiendo. Después de una lucha caprichosa con el pequeño animal, se empezó a percatar de lo que tenía en la mano... era un forro... todo usado.

De ellos no era, las hermanas habían salido. Los únicos que estaban en la casa eran, eran, eran.... LOS VIEJOS! (Oh my effing God... en sus manos tenía un FORRO, USADO, POR LOS PADRES DEL NOVIO!)

Ella no sabía en dónde meterse, qué hacer o decir. Vuelve a la cocina, lo envuelve en una servilleta y empieza a pensar: "si lo tiro en el tacho del cuarto, van a pensar que es nuestro, cuando en realidad, no hicimos más que dormir! Si lo tiro en el tacho de la cocina, se van a dar cuenta de que alguien lo encontró, y no podría ser capaz de mirarlos otra vez a la cara. Ya fue, me lo guardo en el bolsillo y lo tiro cuando salgo."

Esto, por supuesto, nunca se lo contó al novio, y la cara de trauma cuando nos reataba la historia, fue completamente impagable e irreproducible.

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