jueves, 23 de febrero de 2012

LA TÍA GORDA...

Una de mis amigas está por cumplir veinticinco y su tía gorda y casamentera se estaba empezando a preocupar por su estado civil, y no le quedó otra que actuar. 

Hace un par de semanas empezó a hablarle de un tal Alex. Que Alex es muy buena persona, que es amable, que tiene ganas de estar en una relación y lo más importante... que es judío.

Las relaciones de mi amiga venían de mal en peor, y la semana pasada decidió aceptar la propuesta de su tía gorda, por más incómoda que sonara. A esa altura no quedaba nada que perder.

El viernes a la noche la tía gorda decidió invitar a la familia de Alex para shabat.

Alex parecía buena persona, era amable y se notaba que tenía ganas de estar en una relación desde el minuto en que decidió aceptar la invitación de la tía gorda, ya que era evidente que había doble intención.

Alex venía bien, pero tenía un solo problema a la vista... era petiso... muy, muy, pero muy petiso y chiquitito, mientras que mi amiga está dotada de unas lindas caderas y es dentro de todo alta. Sus cuerpos no eran para nada compatibles.

El sábado a la tarde la tía gorda la invitó a mi amiga a tomar el te a la casa para charlar sobre la noche anterior, y mi amiga, desilusionada, le tiró las pálidas.

Pero la tía gorda ya se veía venir ese comentario, al que respondió sin dudar y con un tono completamente convincente:  "nena, vos pensálo de esta manera... si lo parás arriba de todos los millones de dolares que tiene, te juro que va a ser muy, muy, pero muy alto."

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