viernes, 2 de marzo de 2012

QUIERO QUE MI MAMA PIERDA MI NUMERO DE TELEFONO

Un día con mi vieja...


Estaba desayunando en familia antes de ir a una entrevista de laburo que me ponía los nervios de punta. Era la última de muchas etapas que me habían hecho pasar. Ahí se definía todo.

Mi vieja, no demasiado perceptiva, me empieza a decir todo lo que tenía que hacer ese día; que tenía que limpiar mi cuarto, que tenía que sacar la ropa que ya no uso más de mi placard para que entren las cosas que me voy comprando, que no me podía olvidar de llamar a su amiga para terminar un escrito y presentarlo en un juzgado, que se me acababa el tiempo para pedir turno en el médico, que tenía que retirar unos análisis, que había visto un blazer de no se que color y... ahí la dejé de escuchar.

Yo no podía dejar de pensar en la entrevista y mi vieja seguía hablando.

Mi papá se da cuenta de que estaba empezando a desesperar y me trató de tranquilizar: "vos no te preocupes, no sobre analices ni te enrosques. Se vos misma que les vas a gustar."

Estoy en la entrevista y siento que mi celular empieza a vibrar... para, vibra de nuevo. Para, y empieza a vibrar otra vez.

Salgo y veo 3 llamadas perdidas de mi vieja. La llamo y antes de llegar a decir una palabra empieza: "Ay no sabés quien me acaba de llamar...".
Pero la interrumpo: "Ma, estaba en la entrevista, no me podes llamar mil veces! Esperá mi llamado. Me pusiste muy nerviosa."
"Ahhh, perdón, sólo te quería decir que te acuerdes de sacar la ropa del lavarropas y pasarla al secarropas apenas llegues a casa".

30 minutos después vuelve a sonar mi teléfono: "Ayyyyyyyyyyyyyyy cómo te fue en la entrevista? Contáme todo!"

Le cuento brevemente porque una hora después no íbamos a encontrar para almorzar juntas.

Vuelvo a casa después de comer y me tiro a dormir una siesta. La cabeza me estaba a punto de explotar. Tenía que dejar el teléfono prendido porque en cualquier momento los del laburo podían llamar, o no volver a comunicarse nunca más. Doy vueltas en la cama y un tanto después logro dormirme. A la media hora suena mi teléfono, era mi vieja. No atiendo.

Pasan unos minutos y vuelve a sonar, era ella de nuevo. "M, por favor, podrías ir al super vos que no llego?" Mamá, estoy durmiendo, después te llamo".

Media hora después vuelve a sonar el celular. Yo estaba casi a las puteadas y con ganas de asesinar a mi vieja. Pero esta vez eran ellos... clásico. Conseguí el trabajo.


A la noche comenté esta situación con mis hermanos y, entre risas se nos ocurrió una idea brillante: qué tal si le cambio mi número por el de un delivery... y cada vez que me quiere llamar, la atiende el chinito de Maure y Soldado?

Después les cuento qué pasó.

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