lunes, 15 de marzo de 2010

SITTING WAITING WISHING


Siempre veo las mismas películas o los mismos capítulos de mis series preferidas, quizá porque sé como es el final, y no me generan esa incertidumbre de no saber como van a terminar. Se, que a pesar de todos los años de idas y venidas Emily y Oliver en “A lot like love” van a terminar juntos, se que todas las parejas de “Love Actually” van a tener su final feliz y que Carrie se termina casando con Mr. Big.

Lo mismo me pasa con todo, necesito respuestas inmediatas a problemas o situaciones que solo se resuelven con tiempo. Y es ese tiempo el que me angustia, esa espera hasta que se define todo. No puedo manejarla, no puedo contenerme, soy impaciente. Pido una y otra vez que me llegue una señal divina para adelantarme lo que puede pasar o no pasar y así tomar una decisión apresurada.

A medida que voy creciendo aprendo a esperar, a moldear mi paciencia, a entender que esa espera no es tan mala, y no me queda otra que empezar a disfrutarla un poco.
Asocio esa sensación con el vértigo. Cuando estás en un piso 24 y podés ver toda la ciudad, y de repente tu mirada se concentra en el ángulo más agudo entre la torre y la calle. Sentís cosquillitas en la panza y ese miedo de caerte. Pero qué pasa si no te caés? Simplemente disfrutaste la vista por un rato.

Es el mismo miedo. Qué pasa si las cosas no salen como esperás? Nada. Probablemente te vas a acostumbrar a la situación y vas a seguir adelante. Nos quedamos con lo vivido y aprendemos.

Pero que pasa si las cosas salen mucho mejor de lo que pudiste imaginar? Esa espera cobra otro sentido, pasa a darle otro valor a la situación. Costó, pero llegamos.

Por eso tenemos que aprender a esperar, a dejarnos sorprender. Valoremos el paso a paso, la adrenalina de los maybes y entendamos que las cosas que no podemos manejar o calcular son las que le dan un gustito particular a la vida.

2 comentarios:

  1. Yo soy al revés.

    No me hablen de finales.
    Amo lo nuevo, lo desconocido, lo intrépido.
    De salir sin paraguas, de dejarme llevar. De sorprenderme. De emocionarme....
    Me aburro con las rutinas, me aburro con los programas, me aburro de los all inclusive. Nunca pude tomar unas vacaciones "con excursiones". Quiero caminos nuevos que nunca haya recorrido. Si, me puedo perder. Si, me puedo mojar. Si, me puedo aburrir y si, definitivamente, me pueden volver a romper el corazón. Pero creo que de eso se trata.
    Lo único que pido, es que no sea la última vez. Tengo una sola vida. La quiero gastar. No quiero que nadie la pueda comprar de segundamano. Quiero haber probado todos los sabores y todos los olores. Quiero haber rodado por muchos caminos inciertos, y si que llevo recorridos unos cuantos. Me gusta la ruta en dos ruedas, me gusta la gente nueva. Vivir nuevas experiencias y nunca nunca volver a ver una pelicula ! hay tantas nuevas ! no me gusta ir de vacaciones dos veces al mismo lugar. Hay tanto mundo y es todo mío.

    Mi consejo: "deja que la vida te despeine" y no es una propaganda de champú.

    Lei por ahi que inevitablemente, todo lo bueno despeina, porque no probamos ?

    - Hacer el amor, despeina.
    - Reírte a carcajadas, despeina.
    - Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina.
    - Quitarte la ropa, despeina.
    - Besar a la persona que amas, despeina.
    - Jugar, despeina.
    - Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina.

    Rompe las estructuras, animate, raspate las rodillas, pero no te quedes sentada en la seguridad de tu sillon. Porque te va a quedar la vida nuevita y planchadita. No vale la pena, no la vas a volver a usar.

    Siempre tuyo

    Felipe.

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  2. Nunca fui tan feliz como cuando tuve un nido de caranchos en el pelo

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