Ayer me puse a pensar en la diferencia entre el amor adulto y el amor adolescente, en la sensación que nos queda después de una relación problemática y conflictiva, como en general fueron los primeros amores. Esos que fueron pasionales, que nos llevaron al mas alto nivel todas las emociones, nos provocaron risas, nos ayudaron a descubrir nuestra sexualidad, qué nos gusta y qué odiamos, pero por sobre todo nos generaron ese no se qué inexplicable que muchos llaman mariposas, y otros llaman amor. Pero, sin embargo fueron los mismos que nos hicieron doler lugares que ni sabíamos que teníamos adentro. Nos hicieron llorar, sufrir, y en general nos dejaron ese gustito agridulce de los excesos. Fueron lo mejor y lo peor al mismo tiempo.
Después de esas relaciones, viene necesariamente un periodo de abstinencia. No queremos saber nada con nadie, el que se nos acerca lo lastimamos y el que se queda lo echamos a las patadas. Cuando vemos uno que se esta por enganchar, le hacemos una toma de kung fu con nuestro taco aguja y después salimos corriendo como si nada hubiera pasado. Pueden pasar por adelante chicos perfectos, pero estamos en etapa de negación absoluta. ¿Por qué pasa eso?
Cada día estoy más segura de que debido a la inexperiencia, inmadurez y desconocimiento llegamos a decir y hacer cosas innecesarias en ese tipo de relaciones. Solo pensamos en nosotros mismos, en lo mal que nos vamos a sentir una vez que terminemos esa historia, qué vamos a extrañar y qué vamos a necesitar. Muchas veces no estamos dispuestos a renunciar a todo eso para buscar algo mejor. Nos quedamos con ese malestar conocido y familiar, y nos convencemos de que va a ser muchísimo mejor que estar solos.
Mantenemos relaciones aun cuando no tenemos ganas, cuando el amor ya se acabó, cuando llamar a esa persona pasa a ser una carga y no una necesidad. No la cortamos. Pero ahí es cuando empiezan los planteos. Empezamos a remar contra la corriente, a pedirle al otro que sea todo lo que no es, que haga todo lo que no quiere y que quiera todo lo que no siente.
Creo que el secreto en todo esto es retirarse a tiempo. Seguir un poco más nuestras intuiciones y nuestras sensaciones. Porque si sentimos que ya no nos llena mas eso que antes nos hacia feliz, para que quedarnos? Porqué no seguir adelante? Renunciar a esa comodidad, dejarle al otro todos los sentimientos positivos, los recuerdos inolvidables, y ese bienestar intacto debería ser la mejor opción.
Todas las personas que conozco, después de su primera relación coinciden en que quieren estar tranquilos, solos, sin que nadie los joda. Hombres y mujeres se pusieron de acuerdo en que estar en pareja es complicado y que no les va a permitir realizarse, ni cumplir con sus objetivos. El tiempo nunca es suficiente y siempre hay algo que les queda pendiente. ¿Desde cuando estar en pareja tiene que ser complicado?
Esas relaciones forzadas y traumáticas generan discapacitados emocionales, fóbicos al compromiso y solteros eternos. Asociamos relación con problemas, amor con límites, y pasión con el fin de la libertad. Después de un tiempo algunos logran entender que esto no es así. Que no todas las relaciones implican peleas, semanas sin dormir llenas de lagrimas y gritos y llamados a la madrugada con odio y broncas. Entienden que se puede compartir la vida con alguien, para lograr una armonía y compañía que te llene esos lugares que no sabias que tenias. Otros por supuesto nunca lo entienden y deciden quedarse en su pensamiento infantil. Siguen buscando relaciones que los lleven a excesos, y creen que el amor solo se consigue de esa manera.
De ahí surgen relaciones en las que nadie piensa en el otro, solo en ellos mismos. “Yo te quiero, y vos sos lo peor del mundo porque no me querés como yo quiero que me quieras”. “Yo tengo miedo a la relación, porque a mi me lastimaron, y si vos no lo entendés es porque sos un tarado”. “Yo quiero que me llames y te quiero ver aunque vos no tengas ganas”. Vivimos tirandole la pelota al otro, como si nosotros fuéramos las victimas que hicimos todo bien, generando malestar en la otra persona. Causamos agotamiento, sacamos las ganas y seguimos generando discapacitados emocionales que no quieren comprometerse.
Yo propongo que en la próxima relación, trates de dejar tu egoísmo de lado. Que en vez de tratar de cambiar al otro, lo veas tal cual es. Propongo que en vez de cambiar te adaptes. No sobreestimemos a las mariposas, cuanto más alto te llevan, no te dejan otra opción que caer en picada. En cambio una relación adulta se basa en la estabilidad y compañía, siendo esto otra forma de sentir pasión.
Jugate a conocerlo, a preguntarle que le gusta. Observálo, entendélo, sorprendelo. No nos quedemos con lo que vemos, vayamos un poco más allá. Jugate a cruzar paredes, esquivar limites, y buscar ventanas. Porque miedo tenemos todos, pero tratar vale la pena.
Jugate a sacarle una sonrisa y a borrarle los problemas con caricias. Porque el otro también siente. Trata de entenderlo, de ver en que momento de su vida está, que le pasó, y que lo llevó a ser quien es hoy. Después fijate si te gusta.
Si te enganchas, conquistalo con algo que le guste. Dejate sentir y no te pongas un freno. No uses la razón en algo que solo funciona por el corazón. Innová, sorprendelo, se mas espontánea y que romper con la rutina pase a ser costumbre. Jugate a ser vos misma. Decí lo que sientas, sentí todo lo que quieras, queré todo lo que tengas, tené todo lo que sueñes, soñá todo lo que puedas, que la vida es corta mujer.Pero si no te gusta dejalo ir, no lo trates de cambiar, porque seguramente va a haber otra persona que lo quiera tal cual es.
hay que saber cuándo retirarse. basta de lastimarnos hasta inutilizarnos emocionalmente! que compromiso no sea equivalente a una soga al cuello, que se pueda ver como lo bueno que es
ResponderEliminarme encantó