AND BY SLOW I MEAN GAY

Hace unos años salí con un chico súper raro. Yo acababa de cortar con mi novio, después de cuatro años de relación y a decir verdad, no entendía mucho de hombres.

Me enganché con este masculino en seguida. Era lindo y me hacía reír muchísimo.

Empezamos a salir y todo venía genial. Él estaba copado conmigo, y yo con él. Pero teníamos un único problema, la cama. Él era virgen y el sexo no era relevante en su vida. En cambio ese tren había pasado por mi puerta varios años atrás y su situación me resultaba difícil de entender.

Las citas pasaban y la cama estaba cada vez más lejos. Tan lejos que ya casi ni se veía.

Un día, preocupada, traté de encarar el tema sin sonar desesperada. Él me responde que el sexo no era importante, y que cómo no me alcanzaba con la conexión sentimental que teníamos? En ese momento traté de pensar que me lo decía porque nunca lo había probado, y no sabía lo que se estaba perdiendo.

Unas semanas después, todo se empezó a volver más claro. Mis amigas y yo notamos ciertos cambios de actitud. En vez de decir: “me pasás la coca?” él decía: “me pasas la coqui?” Al vodka le decía vodky y cada vez que lo llamaba su mamá, con un todo agudo decía: “hola mamiiii”.

Hasta ese momento todo se tapaba con risas, hasta que un día estábamos saliendo de un bar, yo con cuarenta grados de fiebre, llovía a cántaros cuando él se tapa lo más bien con su paraguas enorme y yo lo miro y me quedo muda.

YO: “Me prestarías tu paraguas?”
ÉL: “Hay, perdón que no te lo preste, es que si se me moja el pelo después se me para todo y me queda hecho un desastre”

OK. No era lento, era gay. Y si, me llevó tres meses de relación asexuada para darme cuenta de que algo no funcionaba correctamente.