lunes, 26 de julio de 2010

MI ÚLTIMO PRIMER DÍA


Parece como si fuera ayer el momento en que entré por primera vez a la facultad, mirando todo con cara de pánico, incertidumbre y con una sobredosis de ansiedad.

Quería sentirme parte, quería acostumbrarme, quería adaptarme en seguida y dejar de ser la nueva, la inexperta.

Me acuerdo de las primeras caras que me sonrieron. Varias de ellas llegaron para quedarse. Tatuaron sus historias en mi mente, se hicieron hermanos del alma y compañeros de vida.

Cuando era chica creí que me iba a recibir a los 24 o 25 años, como mi hermano. Que iba a conocer al amor de mi vida en la facultad, y en seguida después de recibirme me iba a casar, porque ya iba a tener mi vida planeada y resuelta. Hoy tengo 21 años, 4 cursadas por delante, 8 finales y una tesis, un puñado de relaciones que no duraron más de tres meses, y no tengo la menor idea de lo que quiero hacer de mi vida.

Durante mis años en la facultad aprendí que el promedio no es todo, que bochar una materia te enseña a aceptar que las cosas no siempre salen como esperamos, y que a veces no alcanza con el esfuerzo y las ganas. Siempre existe el factor suerte.

Boché un final, recursé una materia, discutí con un profesor, me saqué algunos 10, me gané a más de uno y recibí dos propuestas de trabajo.

Con el tiempo aprendí a evadir las multas de la biblioteca, la estrategia para llegar con las faltas, que llevarme bien con los bedeles puede traer más de un beneficio, que la diplomacia pesa más que un buen promedio, la humildad y el perfil bajo le ganan a la soberbia y que el buen humor y una sonrisa te ayudan a ganas puntos extras.

Entendí que se puede estudiar y llegar a tiempo con los exámenes sin perderte todas las salidas. Había momentos en los que salía todos los días, otros en los que no hacía nada. Aprendí a decir que no, y a encerrarme a estudiar hasta entender de pies a cabeza una materia, a quitarle horas al sueño, a estudiar en grupo pero saber cuando es mejor hacerlo sola y que ser constaste te ayuda a lograr casi todas tus metas.

Me acostumbré a seguir adelante cuando muchos de los que quiero se quedan atrás y aprendí a querer a las nuevas caras. Hoy puedo decir que amo lo que estudio y que voy a extrañar el día a día con mis compañeros, quienes me hacen reír, me enseñan, me acompañan y me causaron, más de una vez, dolores de cabeza.

Hoy es mi último primer día, hoy empiezo mi último cuatrimestre en la facultad. Hoy puedo decir que valieron la pena todos esos días de estudio, las salidas que me perdí, los viajes que postergué, los veranos que pasé estudiando y todas esas horas frente a los libros.

Hoy tengo pánico, incertidumbre y una sobredosis de ansiedad por lo que viene. No se qué es lo que me toca después de esto, pero supongo que estoy a un paso de empezar una nueva etapa y dejar atrás estos pasillos, que se van a guardar más de mil historias.

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