Es completamente agotador estar soltera, y más aún durante la épocas de exámenes de la temporada de invierno.
No sólo estamos obligadas a salir con temperaturas insoportables, llenarnos de maquillaje para tapar las ojeras horribles causadas por el estudio y el trabajo, ponernos ropa que permita mostrar una cantidad significativa de piel para llamar la atención de al menos un par de masculinos, morirnos de frío haciendo la cola para entrar a un boliche, para que encima, los hombres de hoy, no nos inviten ni medio trago.
Cuando finalmente conseguimos uno medianamente potable, que nos guste y nos pide el teléfono, empieza una de las tantas relaciones con finales similares a todas las demás historias, propias y de casi todas nuestras amigas.
Un masculino te pide el teléfono, una semana después te invita a salir. Te sorprende con una cita inesperada, un llamado a las 7 de la mañana para desayunar, una invitación a caminar por Puerto Madero, o una escapada para almorzar un día que ni te imaginabas. Todo sale bien, pero al susodicho se le re canta no aparecer por dos semanas.
Mientras tanto, nosotras saltamos cada vez que suena el teléfono. Revisamos el mail, msm y facebook cada medio minuto, para ver si recibimos alguna noticia. Pero nada. Todos los medios de comunicación parecen estar muertos.
Dos semanas después suena el teléfono, y es él. Te invita a salir, esta vez a tomar algo. Salen, y está todo bien. Pero vos, ya un tanto confundida por su desaparición, tomás las debidas precauciones y la distancia necesaria, porque estuviste completamente desorientada por la falta de comunicación injustificada de los últimos días.
Esta vez pasan tres semanas sin recibir una nueva invitación. Te habla dos o tres veces por msn, un mensaje de texto el sábado a la noche para ver que hacías, pero ninguna invitación concreta.
Vos, confundida, empezás a desesperar. “Pero si estuvo todo bien, nos divertimos, el fue súper divino, me habla sin que yo haga nada, porque carajo no me invita a salir otra vez?”
Algunas se pegan el celular a la mano, otras duermen maquilladas esperando la invitación, pero todas, absolutamente todas, esperamos ese llamado o ese mensaje que se hace rogar con total desesperación, para que nos aclare todo de una vez. Le gusto o no le gusto? esa es la cuestión.
Esta vez pasa un mes sin aparecer. Pero vos, después de las dos semanas y media del evidente desinterés, seguiste con tu vida. Conociste a otras personas y dejaste de esperar su llamado. Lo das por perdido.
Cuando se cumple un mes y un día sin tener noticias, el masculino vuelve a aparecer. Esta vez te invita a cenar. Vos re contenta te vas a depilar, te haces las manos y los pies, te compras algo lindo para sentirte cómoda en la cita y discutís con tus amigas las mil y un posibilidades por las cuales no te llamó en este tiempo. Que estaba súper ocupado con el trabajo, que tenía una entrega en la facultad, que se tuvo que ir de viaje por trabajo o para cuidar a su abuelita enferma.
Te pasa a buscar, pero no te da ninguna excusa. Te cuenta de su vida con total tranquilidad, como si nada hubiera pasado. Sigue siendo el mismo divino de siempre, te piropea de arriba abajo y te hace sentir espectacular. Esa noche no termina ahí. Después de cenar te vas a su departamento y el resto no te lo tengo que contar.
Claro, se olvidó que al otro día tenía que madrugar. Te lleva a tu casa.
Vos pensás que esta vez te va a llamar. Fue intimo, divertido, te dijo cosas lindas. Obviamente te va a llamar.
Pero no llama. Pasa otro mes más. Pero eventualmente, vuelven a aparecer cuando menos los esperás.
Como dije al principio. Estar soltera es total y completamente agotador.
No sólo gastamos miles de pesos en ropa, depilación, esmaltes, cremas y demás para tener citas con tipos como este, que te hacen sentir genial por un rato y después se borran y te dejan confundida y con menos dinero en el bolsillo. Es un completo estrés estar esperando llamados que nunca llegan, razonando historias que no tienen ninguna lógica y estar echándonos culpas y buscando razones que no vamos a encontrar jamás. Es insoportable tener que recuperarse después de cada historia y volver a encontrar tipos como estos una y otra vez. Es frustrante.
Antes de los 20 esto no pasaba. Los hombres morían por salir con nosotras. Nos valoraban y se gastaban para que les diéramos bola, y ni hablar de lo que hacían para conseguir un poco de sexo.
No sólo estamos obligadas a salir con temperaturas insoportables, llenarnos de maquillaje para tapar las ojeras horribles causadas por el estudio y el trabajo, ponernos ropa que permita mostrar una cantidad significativa de piel para llamar la atención de al menos un par de masculinos, morirnos de frío haciendo la cola para entrar a un boliche, para que encima, los hombres de hoy, no nos inviten ni medio trago.
Cuando finalmente conseguimos uno medianamente potable, que nos guste y nos pide el teléfono, empieza una de las tantas relaciones con finales similares a todas las demás historias, propias y de casi todas nuestras amigas.
Un masculino te pide el teléfono, una semana después te invita a salir. Te sorprende con una cita inesperada, un llamado a las 7 de la mañana para desayunar, una invitación a caminar por Puerto Madero, o una escapada para almorzar un día que ni te imaginabas. Todo sale bien, pero al susodicho se le re canta no aparecer por dos semanas.
Mientras tanto, nosotras saltamos cada vez que suena el teléfono. Revisamos el mail, msm y facebook cada medio minuto, para ver si recibimos alguna noticia. Pero nada. Todos los medios de comunicación parecen estar muertos.
Dos semanas después suena el teléfono, y es él. Te invita a salir, esta vez a tomar algo. Salen, y está todo bien. Pero vos, ya un tanto confundida por su desaparición, tomás las debidas precauciones y la distancia necesaria, porque estuviste completamente desorientada por la falta de comunicación injustificada de los últimos días.
Esta vez pasan tres semanas sin recibir una nueva invitación. Te habla dos o tres veces por msn, un mensaje de texto el sábado a la noche para ver que hacías, pero ninguna invitación concreta.
Vos, confundida, empezás a desesperar. “Pero si estuvo todo bien, nos divertimos, el fue súper divino, me habla sin que yo haga nada, porque carajo no me invita a salir otra vez?”
Algunas se pegan el celular a la mano, otras duermen maquilladas esperando la invitación, pero todas, absolutamente todas, esperamos ese llamado o ese mensaje que se hace rogar con total desesperación, para que nos aclare todo de una vez. Le gusto o no le gusto? esa es la cuestión.
Esta vez pasa un mes sin aparecer. Pero vos, después de las dos semanas y media del evidente desinterés, seguiste con tu vida. Conociste a otras personas y dejaste de esperar su llamado. Lo das por perdido.
Cuando se cumple un mes y un día sin tener noticias, el masculino vuelve a aparecer. Esta vez te invita a cenar. Vos re contenta te vas a depilar, te haces las manos y los pies, te compras algo lindo para sentirte cómoda en la cita y discutís con tus amigas las mil y un posibilidades por las cuales no te llamó en este tiempo. Que estaba súper ocupado con el trabajo, que tenía una entrega en la facultad, que se tuvo que ir de viaje por trabajo o para cuidar a su abuelita enferma.
Te pasa a buscar, pero no te da ninguna excusa. Te cuenta de su vida con total tranquilidad, como si nada hubiera pasado. Sigue siendo el mismo divino de siempre, te piropea de arriba abajo y te hace sentir espectacular. Esa noche no termina ahí. Después de cenar te vas a su departamento y el resto no te lo tengo que contar.
Claro, se olvidó que al otro día tenía que madrugar. Te lleva a tu casa.
Vos pensás que esta vez te va a llamar. Fue intimo, divertido, te dijo cosas lindas. Obviamente te va a llamar.
Pero no llama. Pasa otro mes más. Pero eventualmente, vuelven a aparecer cuando menos los esperás.
Como dije al principio. Estar soltera es total y completamente agotador.
No sólo gastamos miles de pesos en ropa, depilación, esmaltes, cremas y demás para tener citas con tipos como este, que te hacen sentir genial por un rato y después se borran y te dejan confundida y con menos dinero en el bolsillo. Es un completo estrés estar esperando llamados que nunca llegan, razonando historias que no tienen ninguna lógica y estar echándonos culpas y buscando razones que no vamos a encontrar jamás. Es insoportable tener que recuperarse después de cada historia y volver a encontrar tipos como estos una y otra vez. Es frustrante.
Antes de los 20 esto no pasaba. Los hombres morían por salir con nosotras. Nos valoraban y se gastaban para que les diéramos bola, y ni hablar de lo que hacían para conseguir un poco de sexo.
Después, ellos tomaron el mando. Ahora ellos son los que deciden cuando llamar, cuando salir y cuando no, y nosotras nos limitamos a aceptar su oferta, como si fuera un simple contrato de adhesión lleno de cláusulas abusivas en contra nuestra. Por otro lado, si vos te negás, ellos no se preocupan demasiado, porque tienen otras tres mujeres en tu misma situación esperando su llamado.
Pero, que pasaría si todas empezáramos a decir que no, como cuando éramos más chicas? Si ellos se tuvieran que esforzar en serio para conseguir un si?
Chicas, media pila, no dejemos que nos ganen esta batalla. Tomemos el mando otra vez, juguemos en equipo, porque cuando teníamos el control, no era mil veces más divertido? Digamos que no, seamos más difíciles de alcanzar. Si nos quieren, que les cueste! Pero tenemos que jugar todas juntas. Dejemos de estar siempre disponibles, de hacerlos sentir tan importantes y pongamos un freno a esta situación. Es hora de volver a tomar las riendas de este asunto.
Pero, que pasaría si todas empezáramos a decir que no, como cuando éramos más chicas? Si ellos se tuvieran que esforzar en serio para conseguir un si?
Chicas, media pila, no dejemos que nos ganen esta batalla. Tomemos el mando otra vez, juguemos en equipo, porque cuando teníamos el control, no era mil veces más divertido? Digamos que no, seamos más difíciles de alcanzar. Si nos quieren, que les cueste! Pero tenemos que jugar todas juntas. Dejemos de estar siempre disponibles, de hacerlos sentir tan importantes y pongamos un freno a esta situación. Es hora de volver a tomar las riendas de este asunto.
es cierto...
ResponderEliminarahora para nosotros es bastante mas facil!
no es que tenemos tres minas ahi esperando, pero si te esforzás lo suficiente, conseguis sin problema!
ojala no cambie :)
ahh y les pasa por haber sido tan garcas cuando eramos chicos!
ResponderEliminarTODO VUELVEEE JAJAJAJA