viernes, 22 de octubre de 2010

PROCESO DE DESIDEALIZACION

Es el proceso por el cual empezamos a ver a la persona que tenemos al lado como de verdad es, sin esas capas imaginarias que nuestra mente, obnubilada por el enamoramiento de lo nuevo y diferente, trató de crear para justificar sentimientos exagerados.

Es el momento en el que, el objeto de nuestro afecto queda en evidencia, mostrando sus peores miserias y desencantándonos por completo.

Cómo no lo vi antes? Cómo no me di cuenta?

Era casi imposible prevenirlo, no te tortures. Porque durante los primeros meses de una relación vivimos un amor enceguecedor, también llamado calentura, que no nos permite ver al que tenemos enfrente como de verdad es. Lo vemos como un ser perfecto que llena todos nuestros vacíos y queremos que se quede con nosotros para siempre.

Pero claro, “escoba nueva siempre barre bien”. No pasa mucho tiempo y esa sensación se esfuma tan rápido como nos enfriamos, para ser precisos, a los tres meses. Porque la realidad es que no cualquiera puede superar al lado nuestro la época de estrés durante los exámenes, o perdonarnos algunos errores, ni pueden contenernos cuando estamos cansados o nos mostramos tal cual somos, vulnerables.

Nos regalamos unos meses de pleno placer compartido, a veces para distraer la soledad y otras para matar la duda del “what if”. Pero en seguida salta una especie de filtro inconsciente que genera nuestra mete, para que sólo puedan superarlo aquellas personas que de verdad valen la pena.

Busco la definición de filtro y encuentro que es un medio para seleccionar lo mejor de un conjunto, es un sistema de selección en un proceso según criterios previamente establecidos.

Pero qué pasa cuando no sabemos identificar ese filtro, y nos aferramos caprichosamente a la otra persona, a veces por miedo a quedarnos solos, otras porque nos sentimos a gusto con su compañía. Nos podemos quedar, pero en el fondo sabemos que ese cariño que se genera con el tiempo no basta para tener una relación. Nos queremos lo suficiente como para compartir momentos juntos, pero simplemente no estamos enamorados.

Así es la vida. No todos llegan para quedarse. Pero es reconfortante saber que el que pueda cruzar esa barrera, el que sea lo suficientemente fuerte como para quedarse cuando todo se complica, para perdonar los errores y avanzar a pesar de los obstáculos, va a hacer que toda la espera y los desaciertos valgan la pena.

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