lunes, 31 de mayo de 2010

SQUARE PEG IN A ROUND HOLE

La vida es una seguidilla de encuentros con personas con las que no logramos congeniar.

Nos conocemos, salimos un par de veces y nos gustamos. A veces hasta tenemos piel. En un primer momento pensamos que quizás es LA persona, quizás esta vez si se nos va a dar. Nos atrae el “para toda la vida”. Le ponemos pilas a la relación. Nos hacemos la cabeza, a veces le abrimos las puertas de casa y hasta dejamos que nos vea tal cual somos. Planeamos encuentros, salidas y, a veces, algún que otro viaje.

Pasa el tiempo (no mucho), y empiezan a salir a flote características impensables. Después de conocernos un poco mejor empezamos a ver sus fallas. Se empiezan a notar todas esas cosas que no tenemos en común. Los objetivos y planes que pensábamos compatibles, no lo son. Sus reacciones no concuerdan con lo que esperábamos del otro. Se acaba la piel de la noche a la mañana o dicen algo que los descalifica. Aparece alguien mejor o simplemente, llegamos al punto de no querer ir más allá. Cuando finalmente nosotros estamos conformes, son ellos los que no nos quieren en su vida. No encajamos.

Terminamos esa relación sin penas ni glorias y volvemos a salir. Tiempo después llega alguien más, y la historia vuelve a empezar, como si fuera un círculo vicioso. Pasan los años, y seguimos conociendo personas que entran y salen de nuestras vidas con la misma facilidad.

Un amigo el otro día me preguntó: hasta cuándo vamos a seguir teniendo este tipo de relaciones? Estoy agotado, frustrado. Pasa el tiempo, y ninguna funciona.

Erich Fromm en el Arte de amar afirma que nacemos en un estado de separatidad. Somos entidades separadas, singulares, únicas, que nacen sin proponérselo y mueren sin desearlo. “La necesidad más profunda del ser humano es la de superar su separatidad, la de abandonar la prisión de su soledad.” Esto nos lleva a vincularnos y a crear puentes como la comprensión, la empatía, el amor y la amistad.

Cuanto más tiempo pasamos solos, más difícil nos resulta entrar en una relación y abandonar esos hábitos que nos caracterizan. Tenemos nuestros tiempos, nuestras actividades, trabajo y estudio, familia y amigos. Es muy difícil imaginarnos a otro encajando en nuestro mundo. Nos volvemos cada vez más exigentes.

La soledad en un punto es beneficiosa. A veces necesitamos nuestro momento de introspección, cuando tenemos que indagar en nuestro mundo interior o cuando hay que ordenar prioridades existenciales. Son momentos de individualidad conciente. Necesarios.

Pero tarde o temprano volvemos a tener ganas de compartir nuestra vida con alguien más.

Es por esto que tratamos una y otra vez de encontrarnos en el otro. Nos acercamos a determinadas personas y probamos. Seguimos probando. A veces nos cansamos, la frustración se adueña de nuestros pensamientos y hace que nos cueste todo un poco más. Pero seguimos buscando. En el fondo esperamos encontrar a alguien que concuerde con nosotros, que haga que esas diferencias no pesen.

Buscar compañía es instintivo para los seres humanos, es por eso vamos a seguir probando hasta que encontremos a alguien que nos guste y que le gustemos tal cual somos, y que simplemente, encaje con nosotros.

No tengo una respuesta para mi amigo, pero creo que algún día, alguien va a llegar a su vida y le va a demostrar porqué no funcionó con nadie más.

2 comentarios:

  1. cada vez la gente se acostumbra más y más a estar sola. estamos empezando a dejar de necesitar al otro. nos volvemos autosuficientes.

    yo, en cambio, creo que la felicidad, los exitos y las emociones no serían tales si no tenemos a otro con quien compartir.

    me encantó lo que escribiste!

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  2. Me encantoooooooooooooo.
    Muy buen blog.

    Besitos enormes =)

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