domingo, 10 de abril de 2011

DE SAPOS Y ESCORPIONES

Mi papá siempre me cuenta la fabula del sapo y del escorpión, que dice así:

Había una vez un enorme e imponente río, y frente a éste se encontraba un escorpión queriendo llegar a la otra orilla, pero como todos saben los escorpiones no saben nadar. Después de lamentarse un rato por su condición de escorpión, vio a un sapo que se pasaba horas nadando libremente, feliz de la vida, yendo de un lado al otro.

El escorpión muy amablemente le pregunta:
-Señor sapo, podría usted ser tan amable de llevarme en su espalada hasta la otra orilla del río?

El sapo mira el aguijón del escorpión y sin pensarlo dos veces le dice:
-No, usted es un escorpión y si le permito subir a mi espalda, lo mas seguro es que me pique y me termine matando.

El escorpión se pone triste y se lamenta por no saber nadar. Llora incansablemente y le pide que por favor confiara en él:
- Señor sapo no ve usted que necesito pasar al otro lado y la única forma de logarlo es si usted me lleva en su espalda y me deja en la otra orilla? Tampoco ve que si voy en su espalda y lo pico moriré junto con usted?

El sapo mira al escorpión y decide ayudarlo. Al fin y al cabo era verdad lo que le estaba diciendo, si lo pica, ambos morirán.

Así que lo invita a subir a su espalda lo ayuda a cruzar el río.

Cuando van por el medio del río siente un pinchazo en la espalda, el dolor paraliza su cuerpo y la muerte lentamente comienza arropar su vida, dejándolo triste y débil.

Mira hacia arriba llorando y moribundo le pregunta:
-Señor escorpión, porque me picó si sabía que ambos moriríamos?

El escorpión, más triste que el sapo, mira como puede a su victima y con un doloroso llanto desgarrado le contesta:
-Señor sapo, perdóneme, pero no pude evitarlo, es que esta muy adentro, en lo profundo, metido en mi ser. No pude evitar picarlo, perdone pero es mi naturaleza.

Hoy, dando vueltas en la cama me acordé de esta fabula.

Ahí fue cuando me dejé de castigar por lo que pude haber hecho mejor, por cómo debí haber actuado o qué le podría haber dicho. Dejé de arrepentirme por la manera en que actué y me perdoné.

Él es mi “almost there”, lo mas cercano a lo que quiero. Pero, a pesar de que mis pensamientos a veces me engañen, no es lo que quiero.

Cuando estábamos juntos faltaba un paso para lograrlo, para llegar a ese punto en donde no se vuelve.

Teníamos todo lo que hace falta. No podíamos estar un segundos lejos del otro, nos adorábamos, habíamos logrado intimidad desde el primer beso, no podíamos sacarnos las manos de encima, el sexo era de esos que no se repiten y la risa, cuando estábamos juntos, era moneda corriente en nuestras caras. No nos faltaba casi nada para dar ese paso.

Pero la esencia es una, y no cambia.

Hoy, un año después, puedo verlo claramente. El no se la juega por nada, nunca.

En su momento, cuando estábamos juntos, había algo que lo frenaba. Yo me enojaba y no lo entendía. Creía que era falta de cariño o inmadurez y terminábamos discutiendo. Tiempo después me confesó que era miedo lo que sentía. Se veía enamorado, necesitándome y eso lo frenaba. Eso se mezcló con mis fobias y nos terminamos separando.

Ahora, él esta con alguien más. Pero no me termina de dejar. Una vez no se la jugó por mí, y ahora no se la juega por ella. Se conforma y se controla. Cada vez que me ve se pone nervioso, se vuelve torpe, toma un poco de más y se termina acercando. Todos se dan cuenta de lo que pasa, pero nadie dice nada.

Lo pienso y me acuerdo de lo que me dijo mi papá. La esencia no cambia, es más fuerte que la misma voluntad.

Y yo… yo si me la juego. Me equivoco, me tropiezo, me caigo, pero me vuelvo a levantar. No me conformo, y en el futuro cerca no está en mis planes hacerlo. Es por eso que me resulta tan difícil entenderlo.

Siempre quiso irse a vivir afuera, pero tiene demasiado miedo para hacerlo. En su momento, si él se la hubiese jugado quizá yo hubiese actuado de otra manera, quizá hubiese funcionado. Hoy, si yo estuviese en su lugar, no me podría quedar como se queda él, congelado en el abrazo y con una relación que no lo satisface. Yo dejaría todo y probaría. O me dejaría a mí, y me jugaría por mi novia. Me parece frío no hacerlo, quedarme en el medio, en el lugar seguro.

Él es mi “almost there”, lo más cercano a lo que quiero. Cuando tuvimos la oportunidad, él no pudo encontrar mi llave para terminar de acercarse, y yo no pude encontrar la suya. Eso es suficiente para aceptar, que otra vez más, a pesar del cariño que le tengo, no me alcanza lo que siento para seguir pensando en él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario