viernes, 22 de abril de 2011

A LEAP OF FAITH


Me acuerdo que cuando tenía doce años acompañé a una de mis amigas a dejarle una carta al chico que le gustaba. Con errores de ortografía y una redacción completamente mediocre ella le declaraba su amor como podía. Fuimos caminando hasta la casa, y le tiramos la carta por la ventana. No me acuerdo muy bien lo que pasó después ni cual fue su reacción. Pero no puedo olvidarme de la cara de felicidad mezclada con miedo y un poco d vergüenza que tenía mi amiga.

Pasaron los años y me encontré escribiendo esta carta:

“Cuando empezamos a salir yo no estaba buscando nada. No quería estar de novia, no quería una relación. Desde el primer beso me pusiste en jaque todo lo que pensaba y de repente te quise a vos. Me gustabas tanto y me hacías sentir tan bien que me olvidé de eso que pensaba… me dejé llevar y me enamoré.

Estuvimos el tiempo que estuvimos porque me encantás, pero ese miedo que tenía bien adentro, miedo de empezar algo en serio o de abrirme y salir lastimada, me llevó a lastimarte. Actué de una manera torpe e inmadura, y me arrepiento por eso. Hoy no haría lo mismo.

Me llevó 9 meses darme cuenta de que lo que teníamos era en serio. Que con nadie iba a ser como con vos. Que el tiempo que pasamos juntos me marcó y que te quiero como no quiero a nadie más.

Me llevó 6 meses más darme cuenta que, además de quererte, tengo ganas de tener una relación con vos. Que no es algo pasajero, algo del momento. Tengo lo que no tenía ese momento, la seguridad de que, después de una pelea, me voy a querer quedar. Porque la realidad es que prefiero pelearme con vos que estar con cualquier otra persona.

Estoy segura que te van a molestar cosas mías, y seguramente a mi algunas cosas tuyas. Que vamos a discutir y que no vamos a estar de acuerdo todo el tiempo. Pero entiendo que entrar en una relación es un salto de fe y yo quiero dar ese salto. Nadie puede asegurar lo que va a pasar o como vamos a hacer para llevar adelante todo lo que nos pasa. Pero yo quiero jugármela por vos.

Lo único que yo te puedo asegurar, es que te quiero. Que me encantaría estar con vos. Que te pienso mucho. Que no me veo abrazada a otra persona. Que te quiero contar lo que me pasa y que me ayudes a superar los problemas. Que quiero quedarme horas escuchándote hablar de tu carrera y ayudarte el lo que puedo. Que sólo quiero dormir con vos. Que quiero ir al cine y que te rías de cómo grito con las pelis de terror. Quiero ir a cenar y al teatro. Que viajemos juntos. Que tengamos planes y proyectos. Que vengas a mi casa y que estés con mi familia. Quiero quedarme hablando horas de todo y de nada. Quiero hacer el amor con vos todos los días y reírnos de estupideces. Quiero quererte hasta que seamos viejitos, o hasta que no quieras quererme más.

La verdad es que hoy estoy en otro lugar, lejos del que estaba en ese momento. Hoy no tengo miedo de que me lastimes, no tengo miedo de abrirme, no tengo miedo de jugármela. Las ganas de que estemos juntos son mucho más fuertes.

Hoy tengo lo que en su momento me faltaba. Decisión de quedarme con vos, aunque en algunos momentos cueste un poco más que en otros. Porque quiero que entiendas que no te dejé por falta de cariño, siempre me gustaste y siempre te quise. Pero hoy puedo darte más que eso, hoy puedo darte una relación.

Por eso, te pido una oportunidad. Elegime a mí, porque te quiero de esa manera en que escucharía toda la música que a vos te gusta, te dejaría el último pedacito de torta, te acompañaría a charlas super aburridas, me bancaría el brazo completamente dormido para no despertarte a la noche, te dejaría el asiento de la ventana en el avión y los colores de caramelo que más te gustan. Por vos aprendería recetas vegetarianas para mimarte un poco.

Pero si vos estás feliz, te prometo que te dejo en paz. Porque a pesar de querer todo eso, te quiero más a vos y me gustaría verte bien. Porque te merecés todo.

PS: Yo tengo todo esto, pero me faltas vos.”


Cuando estamos enamorados no somos capaces de medir, de sentir pudor o vergüenza. Tenemos una necesidad casi incontrolable de comunicarle a esa persona lo que sentimos, teniendo una minima esperanza de que a ellos les pase lo mismo y nos acepten en su vida.

Porque en este juego no hay garantías ni certezas, solo momentos. Momentos que muchas veces van a pasar desapercibidos o van a congelarse en recuerdos. Pero que, quizás, en alguna rara excepción, van a tocar los puntos más sensibles, van a dar ese empujoncito que faltaba o van a lograr definir esa situación un tanto confusa. Y solo por esa mínima posibilidad de que eso pase, valen completamente la pena.

Descubrí que el romanticismo no se cura con la edad, no se pasa de moda. Por más que nos hayan lastimado, dejado o engañado, cuando nos volvemos a enamorar, tenemos una especie de amnesia temporal y nos volvemos a jugar, sin miedos ni frenos, como si fuera la primera y la última vez.




1 comentario:

  1. entiendo que es una carta para Ted! no?

    ¿¡¿¡¿¡¿¡qué pasooo?!?!?!?!?!

    sos muy dulce!

    ResponderEliminar