Estoy sola en casa y escucho a mi vecino tocar el piano. No paro de dar vueltas en la cama. Sigo pensando en él.
Siento que abrió una puerta que yo quería que abra. No lo puedo evitar. Le mando un: “te quiero un montón”, sin siquiera pensarlo. Pero no responde.
Pasan los días y me encuentro un jueves a las 3 am pensando en él. Queriendo contarle mis problemas, necesitando sus consejos. Sin darme cuenta y casi involuntariamente le escribo: “todavía no podemos ser amigos? Necesito hablar con vos.” Pero no responde.
Me voy a dormir pensando que pude haber entendido mal las señales. Que, cuando nos vimos, quizás no sintió lo mismo que sentí yo.
Pero una semana después nos encontramos en un cumpleaños. Lo saludo casi con desprecio, tratando de suprimirlo mentalmente de la situación.
Cuando me estaba por ir empiezo a saludar y el dice: "esperá, me voy con vos".
Me quedo muda y no respondo. Salgo por la puerta y me sigue. Bajamos en silencio. La charla era inminente.
“Perdón por no responder. Yo quería, pero cada cosa que escribía me parecía pelotuda y tenía que borrar.” Me dice.
“Está bien, te entiendo.”
“No, no me entendés. Ni siquiera yo me entiendo. Cada vez que te veo me movés el piso y no se como acercarme, hasta que me encuentro una buena excusa y termino lográndolo. Te tengo al lado y no puedo pensar en otra cosa, quiero estar con vos. Pero me confundiste con ese mensaje de que querés ser mi amiga. Yo no puedo ser tu amigo. Cada vez que te veo me muero de ganas de darte un beso.”
Muy directamente le planteo: “Me podés explicar que te pasa conmigo?”
Me mira fijo y riéndose dice: “Sabés que respondo cuando me preguntan por vos? Que me encantás. Que yo con vos me caso. Por que es así. Yo se que con mi novia no es para toda la vida, pero con vos es distinto. Era el más feliz del mundo cuando estábamos juntos. Pero me dejaste, y me costó mucho volver a quererte. Y mi novia es buena, me quiere, y yo se que si nos peleamos ella va a seguir estando ahí. En cambio con vos, si me llego a pelear, estaría muerto de miedo de que te escapes otra vez.”
No podía creer lo que escuchaba. Lo más lindo que me dijeron en toda mi vida salía de la boca del mejor hombre que conocí. Cómo pude a lastimarlo así? En qué estaba pensando? Cómo no ví lo que tenía adelante a tiempo? Cómo fue que lo perdí? Porqué me escapé?
Pero castigarme no era la solución. Entonces lo miré, le pedí perdón desde lo más profundo, le dije que lo quería como pude y sin pensarlo, le di un beso. En cuanto me animé a hacerlo, me di cuenta que era lo que me faltaba, lo que venía extrañando. Me dio un beso y me sentí en casa.
En cuanto abrí esa puerta, no pudimos despegarnos por horas. Así funcionamos nosotros, tenemos como un imán, que no se pasa de moda, no se pierde ni se devalúa. Queda intacto con el paso del tiempo.
Sentí que me había perdonado, pero que tenía demasiado miedo como para jugarsela por mi. En cuanto nos damos cuenta de lo complicada que era la situación nos frenamos como pudimos. Él está de novio y esa es la realidad. No quedaba otra que alejarnos.
Me fui a dormir con una sensación extraña. Por primera vez estuve segura. Después de pensarlo por un año, probar, salir y dudar, me di cuenta de que lo quiero a él. Lo quiero. Cuando lo dije en voz alta, todo empezó a tener sentido.
Ese momento de revelación en que caes de lo que te está pasando es fantástico, y a la vez, complicadisimo!
ResponderEliminarSon pocas las veces en la vida en que estás realmente segura y conciente de ese sentimiento.
Suerte, Lala LC.