2º BAJO CERO

Amor sin piel
No hay nada que hacer
Fue tuyo, fue mío
Sé que no lo sé.

Soy yo mi ley
No hay nada que hacer
Nos fuimos tan fríos
Para no volver.


Es terrible cuando querés con todo tu ser que algo funcione, los dos quieren que funcione, son aparentemente perfectos el uno para el otro, y el momento es el adecuado. Y no. No se da. Y pensás, cómo puede ser? Qué más podemos necesitar que la voluntad, las pilas y un momento medianamente adecuado?
Maldita química, que no nos deja manejar estos asuntos cual menú de Dvd, “Iniciar relación” “Pausa” “Retomar”. No. Se empeña en imponerse y llevarnos la contra. Podés tener un candidato perfecto y sentir esa angustia porque NO llegan las maripositas, o conocer a ese totalmente imperfecto que hace que se te caigan las medias de tan sólo pensar en él.
Maldito inconformismo, que no me deja ser como esas parejas que carecen de la anteriormente mencionada química pero que, como racionalizan todo y entienden que esa relación es “lo mejor”, van en contra de la química y la desafían, diciéndole “mirá cómo no te necesito”.
Yo no soy así, sí la necesito. Y créanme que intenté ir en su contra, varias veces. Pero ni la peor soledad justifica el vacío y la angustia que me dejan estar con alguien que no me mueve la estantería.