Nos cruzamos en un cumpleaños. Te vi, me viste. No pude no acercarme. Me encontré caminando en tu dirección sin pensarlo.
Me preguntaste sobre mis cosas, mi familia, mis sobrinos, mi casa nueva, mis últimas materias. Te acordabas de todo. Sonreías con cada cosa que escuchabas y seguías preguntando con ganas. Querías saber todo y recuperar los meses que no tuviste noticias mías.
De repente pasó el tiempo y nos estábamos riendo como si los meses no hubieran pasado, como si nunca te hubiera dejado, como si nunca hubieras llorado por como te traté. Y me sentí mal, yo sabía que te debía unas disculpas. Pero sin decirte nada, ya me habías perdonado.
Me dijiste que te acordaste de mi hace poco, cuando otra enferma como yo contó que tenía fobia a las toallas. Te reíste y nos empezamos a acordar toda mi lista de miedos, que a vos siempre te parecieron adorables.
Me di cuenta que tenía ganas de contarte mil cosas, que te extrañaba. Pero todos se empezaron a ir y nos saludamos mientras seguías preguntándome por mis cosas. Se notaban las ganas de seguir hablando. Me dio no se que volverme con vos, y me fui sola.
Caminando a casa traté de acordarme las razones por las que te dejé, y no se me ocurría nada. Mejor dicho, se me ocurría una sola y no tenía nada que ver con vos. Había sido el hombre que me dejó las neuronas de polvo, que pasó, me tiró todo abajo y se fue. Pero no había sido por vos. Me hacías feliz, me querías y yo de repente me cerré.
Segundos después me encontré mandándote un mensaje: "me pone feliz verte y charlar con vos :)". Me di cuenta que el momento de pedir perdón había llegado. Creo que tarde o temprano, las disculpas siempre llegan. Y me fui a dormir pensando en vos.
A la mañana siguiente me despierto con tu mensaje: "anoche me acosté pensando eso mismo. Verte me hizo acordar lo bien que nos llevamos!
Me preguntaste sobre mis cosas, mi familia, mis sobrinos, mi casa nueva, mis últimas materias. Te acordabas de todo. Sonreías con cada cosa que escuchabas y seguías preguntando con ganas. Querías saber todo y recuperar los meses que no tuviste noticias mías.
De repente pasó el tiempo y nos estábamos riendo como si los meses no hubieran pasado, como si nunca te hubiera dejado, como si nunca hubieras llorado por como te traté. Y me sentí mal, yo sabía que te debía unas disculpas. Pero sin decirte nada, ya me habías perdonado.
Me dijiste que te acordaste de mi hace poco, cuando otra enferma como yo contó que tenía fobia a las toallas. Te reíste y nos empezamos a acordar toda mi lista de miedos, que a vos siempre te parecieron adorables.
Me di cuenta que tenía ganas de contarte mil cosas, que te extrañaba. Pero todos se empezaron a ir y nos saludamos mientras seguías preguntándome por mis cosas. Se notaban las ganas de seguir hablando. Me dio no se que volverme con vos, y me fui sola.
Caminando a casa traté de acordarme las razones por las que te dejé, y no se me ocurría nada. Mejor dicho, se me ocurría una sola y no tenía nada que ver con vos. Había sido el hombre que me dejó las neuronas de polvo, que pasó, me tiró todo abajo y se fue. Pero no había sido por vos. Me hacías feliz, me querías y yo de repente me cerré.
Segundos después me encontré mandándote un mensaje: "me pone feliz verte y charlar con vos :)". Me di cuenta que el momento de pedir perdón había llegado. Creo que tarde o temprano, las disculpas siempre llegan. Y me fui a dormir pensando en vos.
A la mañana siguiente me despierto con tu mensaje: "anoche me acosté pensando eso mismo. Verte me hizo acordar lo bien que nos llevamos!
y que pasó????
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